lunes, 2 de noviembre de 2009

Nos vemos el 9 de noviembre


Ya está disponible el material para la próxima sesión. Se trata del texto "La ecología de Marx" y pueden acudir por él en el sexto piso (biblioteca) de la Torre II de Humanidades.
La próxima sesión es el 9 de noviembre de 2009, en el piso 5 de la Torre II, en Ciudad Universitaria. En punto de las 11:30 a.m
Contaremos con la participación de Julio Muñoz Rubio y Jorge Fuentes Morúa.

martes, 6 de octubre de 2009

Marx Reloaded


Ya está disponible el material para la próxima sesión de nuestro Seminario "Marx Revisitado: posiciones encontradas".
Se trata del texto de Moishe Postone, Marx Reloaded.
El material se encuentra, como en otras ocasiones, en la biblioteca del CEIICH (piso 6 de la Torre II de Humanidades en C.U) a disposición de los interesados.
ES IMPORTANTE RECORDAR QUE LA PRÓXIMA SESIÓN SERÁ EL DÍA LUNES 26 DE OCTUBRE (Y NO EL 19 COMO APARECE EN ALGUNOS CARTELES) A LAS 11:30, EN EL PISO 4o de la Torre II de Humanidades.

lunes, 31 de agosto de 2009

21 de septiembre


Estimados amigos del Seminario "Marx Revisitado", tenemos el agrado de informales que la próxima se realizará el lunes 21 de septiembre de 2009. 11:30 a.m.
En esta ocasión la sesión se realizará en la sala Jesús Silva Herzog, en el piso primero de la Torre II de Humanidades, en Ciudad Universitaria. Contaremos con los comentarios de Héctor Díaz Polanco y Lucio Oliver Costilla.

domingo, 21 de junio de 2009



El siguiente texto a utilizarce en el Seminario "Marx Revisitado" se encuentra ya disponible en la biblioteca del CEIICH (sexto piso de la Torre II).

El día 10 de agosto reiniciamos con este trabajo del argentino Juan Iñigo Carrera nuestro seminario, en el cuarto piso de la Torre II de Humanidades en Ciudad Universitaria.

martes, 26 de mayo de 2009

Lunes 8 de junio




El próximo 8 de junio continuaremos con nuestro seminario, en el Auditorio del Cuarto Piso de la Torre II de Humanidades, en Ciudad Universitaria.

El material ya se encuentra disponible, como en las otras ocasiones, en la biblioteca del sexto piso.

domingo, 19 de abril de 2009

Se recalendariza la sesión de mayo, la fecha será el Lunes 18 de mayo, en el horario habitual.

Lugar: "Auditorio" del CUARTO PISO DE LA TORRE II DE HUMANIDADES.



El material para la siguiente sesión del Seminario ya se encuentra disponible en el sexto piso de la Torre II de Humanidades. (biblioteca del CEIICH).

sábado, 14 de marzo de 2009

13 de abril, tercera sesión




Bidet, Jaques. Refundación del marxismo. Explicación y reconstrucción de El Capital. Santiago, LOM, 2007, 482 pp.

Contaremos con la participación de Gerardo Ávalos Tenorio, José Gandarilla Salgado y Raymundo Espinosa Martínez.
Lunes 13 de abril de 2009, a las 11:30, quinto piso de la Torre II de Humanidades, en Ciudad Universitaria.

lunes, 9 de marzo de 2009

Intervención del Embajador Jorge Eduardo Navarrete en el Seminario

Comentarios sobre
Francis Wheen, La historia de El capital de Karl Marx, Debate, Random House Mondadori, 2008, 157pp.

Jorge Eduardo Navarrete

Debo empezar diciendo que disfruté enormemente la lectura del libro que voy a comentar para ustedes esta mañana. Como suele hacerse con algunas buenas novelas, me lo leí de corrido anteayer y escribí ayer estas notas en las que basaré mi presentación. No será una presentación formal, sino una serie, más o menos deshilvanada, de comentarios sobre las cuestiones que me parecieron más atractivas y estimulantes.
El autor, informa la Wikipedia, es un periodista británico de 52 años, autor de una “muy elogiada” biografía de Marx, aparecida en 1999, que sin duda nutrió las dos primeras de las tres partes en que se divide el libro que comentamos, dedicadas a la gestación y alumbramiento de Das Kapital, a las que se añade una tercera, titulada “Vida posterior”, que examina la influencia de esta obra de Marx desde su aparición hasta comienzos del presente siglo. Para mi gusto, esta tercera parte es la de mayor interés, aunque sólo ocupa algo menos de un tercio de la extensión del libro.
Con la crisis, el “economista difunto” más recordado en la prensa occidental ha sido, sin duda, John Maynard Keynes, quien previno a sus colegas del riesgo de volverse esclavos de alguno. Google registra alrededor de 1.2 millones de referencias, aunque no permite establecer con facilidad cuántas de ellas corresponden, digamos, al último año. Ofrece, en cambio, casi 7 millones de referencias a Marx y cabe la presunción de que su inmensa mayoría no son precisamente recientes. Es interesante, por ello, y este es mi primer comentario, examinar las afinidades que Wheen encuentra entre el estilizado economista inglés y el más bien abrupto filósofo alemán.
Wheen nos recuerda que Keynes se permitió considerar a Marx como “un personaje excéntrico, procedente del ‘submundo del pensamiento económico’ cuyas teorías eran ‘ilógicas, obsoletas, científicamente erróneas y desprovistas de interés o aplicación posible al mundo moderno’.” “El Moro” no tuvo oportunidad de responder, pues murió el año del nacimiento de Keynes, muchos antes de que éste formulara una invectiva de cuya desmesura quizá se arrepintió alguna vez, al menos en su fuero interno. En términos de cierta justicia poética, cabría pensar que Marx estaba presagiando a algún economista nonato cuando voceó el injustificable prejuicio de que “ ‘la peculiar virtud de la imbecilidad flemática’ constituía el rasgo distintivo de los británicos”, como Wheen también nos recuerda.
Más allá de apreciaciones subjetivas, el autor destaca algunos de los puntos de contacto entre los análisis marxista y keynesiano del capitalismo, puestos de relieve nada menos que por Joan Robinson, quien en 1948 escribió:
En ambos autores, el desempleo desempeña un papel esencial. En ambos se considera que el capitalismo porta en su seno las semillas del declive. En el lado negativo, como en el caso de su postura frente a la teoría ortodoxa del equilibrio, los sistemas de Keynes y Marx comparten la misma visión, y ahora, por vez primera, existe suficiente terreno común entre los marxistas y los economistas académicos para hacer posible la discusión.
Además del desempleo, Wheen encuentra otro punto de contacto entre ambos en la teoría de la crisis, expuesta por Marx en el segundo volumen de El capital y por Keynes en su Teoría General y muchos otros escritos, aunque las crisis no fueran el punto central de sus preocupaciones.
Cuando se disponga del espacio para examinar, jerarquizar y ordenar las manifestaciones de la crisis que ahora abruma al capitalismo global, quizá la más notoria de las cuales sea la explosión del desempleo asociada a caídas importantes de la demanda de consumo en las economías avanzadas, probablemente sea útil volver tanto a las herramientas de análisis marxistas como keynesianas al intentar definir las respuestas de política más apropiadas. Entre ellas se contará, sin duda, la expansión de demanda, conseguida a través del incremento del gasto público, incluso el improductivo, si se sigue a Keynes, o la conversión de una parte mayor de la plusvalía relativa, es decir, de los incrementos en la productividad del trabajo, en mayores remuneraciones reales para los trabajadores, si se sigue a Marx.
Llama la atención de Wheen – y este es el segundo punto que deseo comentar – la admiración que las potencialidades productivas e innovado-ras del capitalismo, comparado con los modos de producción que históricamente lo precedieron, despiertan en Marx. Esta admiración queda más de relieve, por estar expresada con mucha mayor concisión y fuerza en el Manifiesto Comunista. Recordemos el comienzo y el fin del extenso párrafo citado por el autor:
La burguesía ha desempeñado un papel extremadamente revolucio-nario en la historia. […] La burguesía no puede existir sin revolu-cionar permanentemente los instrumentos de producción, vale decir las relaciones de producción y, por ende, todas las relaciones sociales.
Se encuentra en este tema, que es desarrollado con mucha mayor profundidad y complejidad en El capital, un importante punto de contacto, estudiado por Wheen, con Joseph Schumpeter, el economista austríaco “considerado un héroe por los empresarios estadounidenses”. En Capitalismo, socialismo y democracia (1942) Schumpeter escribe que fue Marx el “primer economista de primera categoría” que “percibió [el] proceso de cambio industrial con mayor claridad y se percató más conscientemente de su importancia vital…”
Ambos, Marx y Schumpeter, responden en forma negativa a la pregunta sobre la continuada supervivencia del capitalismo, por razones distintas pero convergentes. Ambos se refieren al capitalismo productivo, generador de satisfactores tangibles, y ambos reconocen el papel central de la innovación técnica en su funcionamiento, expansión y declinación. No es este el lugar para discutir en detalle la tesis de la “destrucción creativa” desarrollada por Schumpeter, excepto para señalar que apunta hacia el mismo tipo de “crisis de sobreproducción” que, en el análisis marxista, caracterizarán el derrumbe del capitalismo.
A diferencia de Keynes, que como ya se dijo considera las concepciones de Marx como obsoletas e inaplicables al mundo moderno, Schumpeter entiende la fase de desarrollo capitalista que le correspondió estudiar a Marx y no le exige poderes adivinatorios para, desde mediados del XIX, explicar el capitalismo de un siglo o siglo medio después. Ni Marx ni Schumpeter prvieron, creo, que la producción material, la producción de mercancías dejaría de ser la esencia del sistema y que la economía real sería cubierta por el “velo monetario” del que habló Veblen, otro de los economistas occidentales sin empacho en reconocer su deuda con el análisis marxista del capitalismo.
El hecho es que la actual fue, en su origen, una crisis del capitalismo financiero especulativo y desregulado, que ha arrastrado en su cauda a importantes sectores productivos. Una crisis de la economía financiera que, lejos de contenerse en ella, contamina y hunde a la economía real. Muchos de los razonamientos de Marx para explicar el “fetichismo de las mercancías”, que Wheen explora con cierto detalle, se aplican de manera muy directa a un fetichismo aún más marcado alrededor de los instrumentos financieros, cuya multiplicación descontrolada condujo a la crisis. De manera similar, los elementos de “destrucción creativa” que Schumpeter encontraba en ciertos procesos de innovación tecnológica son también discernibles en la destructiva creatividad con que se manejó en los últimos años la ingeniería financiera que apalancó en la arena sus construcciones de instrumentos y valores.
El libro de Wheen contiene varias informaciones novedosas, al menos para mí. Me llamó en particular la atención el demorado proceso de difusión de El capital. Se precisaron cuatro años para que la primera edición del volumen I (un mil ejemplares) se agotasen en el territorio de las actuales Alemania y Austria, aunque copias de la edición en alemán pueden haberse vendido en otros países europeos. La primera versión a otro idioma, el ruso, no apreció sino cinco años después, en 1872. Su publicación fue autorizada, dice Wheen, porque “los censores juzgaron que el texto era tan impenetrable que pocos lo leerán y menos aún lo entendrán”. Empero, los tres mil ejemplares de la primera edición en ruso se agotaron en un año, mucho más rápido que la exigua primera edición original. No fue sino hasta 1875, ocho años después de la original, que Marx autorizó, después de una revisión y reescritura exhaustivas, la primera edición en francés. La primera edición en inglés fue póstuma. Quienes estudiamos economía a mediados del siglo pasado leímos, sobre todo, la traducción de Wenceslao Roces publicada por el Fondo de Cultura Económica, editada ya en el siglo XX.
Wheen recoge la confesión de Harold Wilson, el primer ministro laborista británico, de no haber leído nunca El capital. Pienso que, en general, debe incluirse entre las obras poco leídas, no sólo en toda su extensión sino en lo que se refiere a su parte básica, el primer volumen. El autor lo atribuye a la extrema complejidad del texto, aunada a un estilo que, por decir lo menos, no facilita la lectura. Me parece paradójico que una de las obras que mayor influencia ha ejercido en el curso de la historia haya sido tan poco difundida y, aparentemente, tan poco leída.
Una posible explicación de esta paradoja es que la influencia de El capital se deriva del uso político de algunos de sus planteamientos, para lo cual no es necesario el conocimiento completo de la obra. Ésta revolucionó las ideas, pero las revoluciones políticas fueron producto de adiciones. Por ello se habla de marxismo-leninismo en el caso de la revolución soviética y de marxismo-leninismo-estalinismo-maoísmo en el de la china.
Si el libro se concibe como una mercancía no escapa al fetichismo señalado por Marx: en este caso, no es necesario conocer su contenido para invocarlo o proclamarlo como inspirador de determinadas acciones políticas. Gabriel Zaid acaba de explicar en El secreto de la fama (Lumen, México, 2009) cómo un sinnúmero de actividades que presuponen, por necesidad la lectura, pueden prescindir total o parcialmente de ella. Por ejemplo, dice, “las actividades que dominan la ‘vida literaria’ son las que prosperan sin necesidad de leer”.
Aunque más conocido, el penoso y prolongado proceso de gestación de El capital es examinado exhaustivamente por Wheen en la primera parte de su obra. Estando en el CEIICH quizá deba destacarse que, al escribir El capital, Marx se nutrió en fuentes de las más diversas disciplinas y que muy probablemente pocos autores hayan emprendido un proyecto tan vasto de lecturas y hayan acumulado un mayor volumen de notas: “mas de mil quinientas páginas entre 1862 y 1863” cuando pasaba larguísimas horas en la sala de lectura del Museo Británico. Un periodista estadounidense que visitó a Marx en 1878 escribió que “por lo general se puede juzgar a un hombre por los libros que lee, y el lector sacará sus propias conclusiones cuando le diga que, echando un simple vistazo, descubrí obras de Shakespeare, Dickens, Thackeray, Molière, Racine, Montaigne, Bacon, Paine, Libros Azules ingleses, norteamericanos, franceses; obras políticas y filosóficas escritas en ruso, alemán, español, italiano, etcetera”.
Desde este punto de vista, concluye Wheen la segunda parte de su libro – y concluyo yo este comentario – El capital no puede verse “dentro de los límites y convenciones de un género ya existente, como la economía política, la antropología o la historia”, sino “como una obra por completo sui generis”. Me pregunto si podría plantearse una lectura epistemológica de El capital desde una perspectiva multidisciplinaria, que discerniese la importancia y contribución relativa de las disciplinas que en ella confluyen.

Diez Ideas sobre El Capital, a propósito de la "Historia de El Capital"

Diez ideas sobre El Capital, apropósito de “La historia de El Capital”, de Francis Wheen.
Jaime Ortega

1.
No creo equivocarme si digo que durante el siglo XX los hombres y mujeres que se identificaban con el pensamiento de Marx no leían El Capital, al menos no la mayoría de ellos. Los textos más socorridos por la militancia política, indistintamente la corriente a la que se adhirieran, eran el Manifiesto Comunista y la Ideología Alemana.
Mientras que para los académicos e intelectuales el gran texto que atravesó las discusiones fueron los Manuscritos Económico-filosóficos de 1844, como bien lo expresa la magistral obra de Adolfo Sánchez Vázquez. Creo que esta es una buena hipótesis para intentar reconstruir el pasado de biografía intelectual del movimiento de izquierda: al menos la gran mayoría, la “base”, como suele llamársele, no tenían en El Capital un texto donde pudiesen encontrarse respuestas políticas inmediatas, ni tampoco mediatas. El Capital más bien era un intrincado cúmulo de párrafos que hablaban del valor, del trabajo abstracto, de la danza de las mercancías, de aquello que “no lo sabemos, pero lo hacemos”, en fin, términos alejados de la lucha política inmediata.
En cambio, el Manifiesto y la Ideología Alemana hablan del conjunto de ideas dominantes, del Estado como gobierno, de las clases sociales, del partido, de la revolución. Algunas interpretaciones deterministas salen de la búsqueda por dotarse de un programa político, el determinismo (o economicismo), no lo podemos negar, tiene una estructura pedagógica envidiable.
Para el mundo intelectual en cambio, los Manuscritos proporcionaban nociones como praxis, alienación, depauperación obrera, en fin, conceptos que nos colocaban fuera de cualquier determinismo, aunque algunas discusiones sobre estos temas derivaban en un esencialismo humano con un fuerte sesgo a-político. Aunque estas interpretaciones se dieron –como lo denuncio en su momento el venezolano Ludovico Silva a propósito de una búsqueda de la academia venezolana por unir en el mismo saco a Heidegger y a Marx- los Manuscritos fueron, sin duda, una forma de colocar a Marx en el terreno del pensamiento humano.
Hoy, en cambio, la pregunta por la revolución pasa antes por las consideraciones sobre el valor de uso, que por sobre las clases sociales, pensamos más la “forma natural”, que el desarrollo de las fuerzas productivas. El Capital somete a los conceptos marxistas a revisión, a su apertura, a su verdadera vocación de ser representantes conceptuales de magnitudes sociales.
2.

Hoy, en el siglo XXI, parece que comenzamos a dar un vuelvo y el problema político fundamental está precisamente en El capital. En el campo intelectual al menos, la situación es dominante, los grandes comentaristas y me atrevo a decir que los más importantes filósofos de este país han construido sus ideas a partir de este texto de Marx. El Capital ha dejado de ser ese texto inexpurgable y se ha convertido nuevamente en objeto de comentarios, análisis y sendos seminarios. Que hubiéramos dado por que el movimiento estudiantil de esta universidad, hace 10 años, estuviera empapado como lo está hoy una gran cantidad de estudiantes de esta lectura de Marx. Paradójico que sea hoy cuando precisamente sectores diversos de la sociedad están en movimiento, a excepción de los estudiantes.
La atención al texto de El Capital sin embargo ha sido desigual. La gran mayoría de los comentaristas se ha centrado en el Volumen 1. Ahí está en Francia Jacques Bidet o en México Bolívar Echeverría. Gran parte de la bibliografía disponible en los últimos tiempos se refiere a ese primer volumen. Y en algunos casos sólo al primer capítulo.
3.

La escritura de El Capital, no es, ni con mucho, una parte sustancial del plan original de Marx, sin embargo sí es la culminación de su trabajo intelectual real, de lo que realmente pudo decir sobre un objeto escurridizo. El capitalismo se transforma, cambia, muta, por eso el objeto de estudio siempre se nos escapará, al final siempre estamos intentando captar esa danza estrepitosa e interminable de las mercancías. El Capital es, ciertamente, una obra complicada, por momento casi inentendible. Marx lo dijo desde el principio cuando redactó uno de los prólogos, espera lectores deseosos de aprender algo nuevo y por tanto pensar. ¿Podremos nosotros construir ideas a partir de él? Revirtiendo la sentencia que Noberto Bobbio enviara al mundo intelectual italiano hace algunos años (Ni con Marx ni contra Marx), nosotros, en el aquí y en el ahora, me parece que estamos con Marx y más allá de Marx
4.

Francis Wheen nos ofrece una pequeña biografía de Marx y del desarrollo de su proyecto intelectual, que para los lectores del Siglo XXI no puede quedar duda, el suyo es un proyecto abiertamente político, un militante, un rupturista. Pero esto nos lleva a reconocer que hay tensiones en la obra de Marx: busca la ciencia, pero no ha dejado de ser un utópico, busca la política, pero para dar una respuesta a esos asuntos del interés público da un rodeo por la nada sencilla crítica de la economía política, es y no es un discípulo de Hegel, es y no es un apologista del progreso o lo contrario, es y no es un crítico del progreso. El de Marx es un pensamiento en tensión. Si buscamos coherencia absoluta o una heterogenización (de los temas, de las formas de abordar, de los autores de los que abreva) del Marx de la Tesis Doctoral al Marx de El Capital, no la vamos a encontrar. No la podemos encontrar.

5.

Marx es un crítico de la modernidad. No cabe duda. Realiza una lectura distinta de los clásicos. Igual que el resto del discurso filosófico, por ejemplo, relee el mito fundante de la época moderna, el mito de Prometeo. Aquel donde aparece por primera vez la noción de Tecne, de técnica, como aquello que hace aparecer algo en donde no existía. La Técnica marcará el proyecto de Marx. La técnica es el gran problema de la modernidad. Pensar la técnica, con relación a los sujetos y a la naturaleza, pensar la técnica desde la voluntad de poder es un signo indudable de un proyecto que busque ir más allá del capital. El cambio que señalábamos en el punto 1, tiene que ver con esto. Ya no hablamos sólo de “socializar los medios de producción”, de “abolir las clases”, ahora planteamos cuestiones más complejas y profundas, ¿a qué tipo de sociabilidad aspiramos?¿qué hay del avance tecnológico? ¿en verdad aspiramos solamente a liberar las trabas de las fuerzas productivas? ¿qué hay de este avance con respecto a la naturaleza? ¿podemos construir una sociedad donde prevalezca el valor de uso?. Quizá Walter Benjamin deba tomar la palabra en nuestro discurso, para pensar que la revolución no es el motor del tren, sino el freno de emergencia ante una situación que apunta a la catástrofe.
6.

Marx es un lector de los clásicos griegos, como apuntábamos con respecto al mito prometeico, pero es un lector peculiar de los clásicos, como lo demuestra su tesis doctoral sobre Epicureo y Demócrito. De Aristóteles, por ejemplo, trae siempre a colación el hecho de que el hombre es un animal político, que en El Capital aparecerá como un ser que produce, un constructor de herramientas con las que transforma la naturaleza y se transforma a sí mismo. Marx le debe, me parece, tanto a Aristóteles como a Platón la noción de Forma. La forma mercancía, la forma valor, la forma dinero, todo ello como expresiones de relaciones sociales está contenido en las obras fundamentales de Aristóteles. La Forma es un camino para oponerse al capital, es oponiendo la “forma comunidad” o la “forma natural”, a la “forma valor” como podemos salir de este complicado mundo donde las mercancías nos han poseído, como recordara en un breve cuento Julio Cortázar a propósito de los relojes.

7.

La desconfianza hacia el dinero, que Marx expresa primero en la Cuestión Judía, que sigue en sus obras políticas como el Manifiesto y que se desarrolla claramente en los Grudrisse y en El Capital como poder de mando de unos sobre otros y de los objetos sobre los sujetos, proviene de los griegos. Marx comparte con la tradición antigua la desconfianza del dinero. ¿Por qué? Por que el dinero, desde siempre, es el antagonista de la comunidad. El dinero disuelve a la comunidad. Es un elemento extraño, ajeno, negativo, dañino. Condenable política y éticamente. Los referentes teóricos, políticos y ejemplificantes para entender al Dinero en su devenir provienen no de la economía, no de la ciencia, sino de escritores un poco más heterodoxos: Shakespeare encabeza la lista, pero también hay otros, como Quevedo. Aquello de que “poderoso caballero es don Dinero” lo había entendido Marx a plenitud. No es casual que sentencie de forma tan cruda, pero tan formidable, en el segundo capítulo de El Capital, que: donde termina la comunidad inicia el mercado. Aquí entonces tenemos otra gran cuestión, ¿qué hacer con el dinero, qué hacer con el mercado?.



8.
Quizá un elemento a discutir es la distinción entre lo social y lo comunitario. Para algunos –Dussel por ejemplo-, lo social es abordado desde un aspecto negativo en Marx. Lo social es necesariamente la expresión de relaciones cosificadas. Lo social es la fetichización. La forma valor, la forma dinero, son formas sociales, que expresan relaciones sociales cosificadas, muertas. Es el trabajo vivo dominado por el trabajo muerto, el dominio de la pura objetividad sobre la subjetividad que lo crea. En cambio la comunidad sería el fin de lo social fetichizado. El elemento subterráneo –el viejo topo- es lo común, la comunidad, es ese quizá el elemento utópico en Marx –del cual no debemos desprendernos- reconciliar al individuo con la comunidad. Pero sobre todo reconciliar a la comunidad con la naturaleza. El concepto de comunidad, me parece, debe ser reconstruido en el pensamiento marxista. Así podemos pensar una sociedad socialista no sobre la base de cantidades de trigo producidas, sino del devenir individual y comunitario, de su realización plena.

9.
Francis Wheen nos recuerda en su obra que a Marx se le llamo un “sofista hegeliano” cuando apareció la primera edición de El Capital, de nuevo los griegos asoman su cabeza. Efectivamente, quizá nuestra tarea sea releer la tradición griega y decir que Marx compartía algo con los sofistas. Estos últimos eran aquellos que enseñaban a filosofar, a discutir (la dialéctica), a hablar, en el ágora. La tradición de Sócrates –a través de Platon- los presenta como unos charlatanes. Pero en el fondo lo que encontramos es la democratización del conocimiento. A su manera, los sofistas eran los primeros que abogaban por que el conocimiento podía y debería ser para todos. Marx en ese sentido es un sofista. Para cualquier proyecto marxista es importante que la comunidad y no sólo un grupo, aprenda a distinguir el proceso mediante el cual su futuro está sujeto, que aprenda sobre el funcionamiento básico de los engranajes que le dan sentido a estas tuberías plagadas de lodo y sangre del sistema capitalista.
10.

Hay una paradoja en el marxismo y la militancia de izquierda el día de hoy. Un sector cada vez más amplio de la militancia política, del activismo, de las organizaciones sociales, tienen una mayor claridad de que construir otra sociedad es un asunto más complejo. A diferencia de generaciones anteriores, encuentran en las reflexiones que se derivan a partir de El Capital un gran asidero. Efectivamente, cada vez hay una mayor consideración por los problemas que involucran al “valor de uso” o la “forma natural”. Paradojalmente, esa lectura que aleja la conciencia política de las soluciones facilonas y simplistas (todo los problemas en el capitalismo se solucionarían socializando los medios de producción), corremos el riesgo de quedarnos por siempre, en la espera de construir, algún día, una forma no capitalista de la sociedad y no atender los problemas del presente. El problema está en conciliar esas nuevas formas de pensar la sociabilidad, la relación del sujeto con la naturaleza y consigo mismo que nos proporciona el instrumental conceptual de El Capital, con los problemas más urgentes de nuestro tiempo, de nuestro país, con sus fuerzas políticas y sus movimientos sociales y aquí estamos ya no en el terreno de las categorías, sino de la praxis, con todas sus grandezas y sus miserias.

lunes, 2 de marzo de 2009

Sesión Próxima

La próxima sesión será el 9 de marzo de 2009
En el Quinto Piso de la Torre II de Humanidades, Ciudad Universitaria en punto de las 11:30.

El texto a discutir será

Wheen, Francois. La historia de El capital. Buenos Aires, Debate, 2007.

El texto se puede adquirir en la libreria de la Facultad de Economía, también existen ejemplares en la Biblioteca Central

miércoles, 18 de febrero de 2009

Invitación al Seminario sobre El Capital

El día de ayer 17 de febrero -y a partir de ahora cada martes- en el histórico auditorio Ho-Chi-Min de la Facultad de Economía, se realizará el Seminario Sobre El capital, que intenta dar continuidad a la crítica de la economía política que tuvo durante muchos años su hogar nartural en la UNAM.

El seminario es promovido por el grupo de "Ecomarxismo" cuyo principal objetivo es realizar una crítica total a la civilización capitalista, a la sociedad burguesa.

El Seminario sobre El Capital registró un lleno absoluto en su primera sesión, donde Enrique Dussel discutió temas referentes al proceso del conocimiento en Marx, la transformación del Dinero en Capital, el asunto de la Exterioridad del Sujeto proletario (el no-capital), y la crítica que Jorge Veraza le realizó el año pasado en su libro Leer el Capital Hoy.

Como parte del esfuerzo plural que el Blog "Marx en la UNAM" tiene como premisa reproducimos el programa del seminario sobre El capital y remitimos a los interesados a la página del grupo de EcoMarxismo: http://criticacomunista.org/
En hora buena por el marxismo y la crítica de la economía política en la Facultad de Economía.


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martes, 17 de febrero de 2009

Discutendo a Jacques Attali.

Discutiendo a Jacques Attali y su apología del capitalismo a través de una biografía de Marx.

Víctor Hugo Pacheco Chávez.
Estudiante de la licenciatura en Historia.
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

Introducción.

Dentro del marcó del seminario “Marx revisado: posiciones encontradas”, que coordinan Elvira Concheiro y José G. Gandarilla se presentarán varios libros que nos ofrecerán una lectura renovada del marxismo. El seminario abre las discusiones presentando una biografía de Marx que publicó en 2005 el economista francés Jacques Attali bajo el sello editorial Libraire Artheme Fayard y que en el año de 2007 tradujo Fondo de Cultura Económica.

Agradeciendo de antemano la invitación a presentar el libro para lo cual he preparado un texto en el que no hablare tan puntualmente de la biografía, es decir no me ocupare de los aspectos técnicos de la obra sino más bien tratare de polemizar en cuanto a la interpretación de la figura política de Marx que se deriva de la misma.

En este sentido mi trabajo partirá de considerar el lugar desde el cual se enuncia este discurso para pasar rápidamente a polemizar en dos puntos que me parece son los más interesante y discutibles de la obra y que se refieren a ver a un Marx como teórico de la globalización capitalista y como un ferviente demócrata. Posteriormente fijare mi postura en cuanto a que entender por la vuelta de Marx y del marxismo.

Los espectros de la derecha.

Luego del derrumbe de la Unión Soviética y del rápido desencanto del mentado triunfo del capitalismo a nivel planetario cuando en todas partes del mundo se anunciaba la muerte de Marx y con él del marxismo, sorprendentemente en 1993 en un simposio en la claramente derechoza Universidad de California en Riverside, Jacques Derrida puso en el centro del debate académico la actualidad del marxismo. Desde que Derrida marcó el retorno de cierto espíritu del marxismo[1], una veintena de espectros han llegado a nosotros, tanto de izquierda como de derecha. Este día nos ocuparemos de otro espíritu de Marx que nos trae la derecha. Y digo “otro” porque ya en 1997, por ejemplo, la revista The New Yorker publicó un artículo titulado “El regreso de Karl Marx”. En dicho artículo se decía que un inversionista inglés afirmaba:

Mientras más tiempo paso en Wall Street, más me convenzo de que Marx tenía razón… Hay un Premio Nóbel esperando por el economista que resucite a Marx y componga todo en un modelo coherente. Estoy convencido de que el enfoque de Marx, es la mejor forma de analizar el capitalismo.[2]

En 1999 en una encuesta por Internet que realizó la BBC de Londres para ver quienes eran “los diez pensadores mas grandes del milenio” los resultados arrojaron lo siguiente: primer lugar, Carlos Marx; segundo, Albert Einstein, tercero Isaac Newton. Estos resultados causaron un extrañamiento en la propia derecha que algunos llegaron a justificar el que Marx estuviera a la cabeza debido a que Fidel Castro mandó a votar a todos los cubanos. La encuesta por si misma quizá no diga nada pero como afirma Néstor Kohan, que Marx vuelva a ser símbolo de las rebeliones juveniles constituye todo un síntoma de época.[3]

Se podrían dar otros ejemplos pero pasemos al tema que nos convoca: la presentación del libro de Jacques Attali, Karl Marx. El espíritu del mundo[4]. El autor es uno de los máximos exponentes de la reestructuración económica europea, no sólo fue consejero especial del ex presidente francés Francois Mitterrand, sino que también fue su representante dentro del G7. Ha sido un gran impulsor de la reconstrucción de los países de Europa del este, es decir es uno de los grandes impulsores de la reestructuración del sistema capitalista en lo que antes era la Unión Soviética, en 1991 mientras presidía el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo invitó a Mijail Gorbachov a la sede del banco en Londres y obligó a que el G7 reconociera al representante soviético.

Actualmente es asesor de Nicolás Sarkozy y dirige la ONG PlaNet Finance, la cual funciona a través de micro créditos y tiene influencia en 60 países, uno de ellos es México. Como podemos ver la figura política del autor es sumamente interesante y podría dar para todo un estudio sobre sus intervenciones políticas pero por cuestiones de tiempo pasemos al análisis del texto.

El espíritu del mundo.

La biografía podemos decir que se divide en dos partes: la primera, muy extensa donde Attali nos ofrece la figura del biografiado y en la cual nos muestra el desarrollo teórico-político del mismo; y la segunda, que se ciñe al último capítulo de la obra, en la cual el autor hace una especie de relectura de la herencia de Marx desde su muerte hasta nuestros días, a la vez que fija su postura con dicha herencia.

Un sentido trágico atraviesa la biografía, la muerte que siempre rodea a la Familia Marx marcará los sucesos más importantes. Desde el padre que sólo hasta que muere su progenitora renuncia al judaísmo y se convierte al luteranismo, cambiando así su nombre de Herschel Marx Levy a Heinrich Marx; hasta las propias decisiones que va a tomar Marx, ya que la muerte de su padre es lo que marca su total abandono de los estudios de jurisprudencia por la filosofía, que como bien dice Attali, en esta época ser profesor de filosofía es una forma de hacer política. Así también este sentido trágico no estará separado de su desarrollo teórico, nos dice Attali: “En lo más profundo de la pena causada por la muerte de (su hijo) Edgar, Karl construye así su teoría de la plusvalía”.[5] Y cuando esta apunto de morir la madre Jenny, y se ve la posibilidad de una herencia que le ayude a solventar sus gastos Attali nos ofrece la siguiente reflexión: “Como si una vez más. Una muerte –o su anuncio- viniera a ayudarlo a liberarse de una coerción”.[6]

Los rasgos personales que Attali resalta de Marx son los de un hombre de carácter fuerte, con vocación de mando, de una inteligencia singular que le ganara la admiración de la gente que lo conoce pero que es incapaz de elaborar una obra completa. Hablándonos de dos novelas que Marx dejó inconclusas, y de las cuales se deshizo, Attali nos resuelve uno de los enigmas de porque Marx no pudo concluir su obra de madurez: los famosos seis libros que nunca pudo elaborar y lo cual a hecho correr litros de tinta. Attali nos dice: “Aquí aparece un rasgo de carácter que lo acompañará toda su vida e influirá profundamente en su obra. La imposibilidad de considerar un manuscrito como terminado, de permitir que le arranquen una obra”. Y aquí Attali nos ofrece un juicio que es común a toda su obra reducir las elaboraciones teóricas de Marx, la alienación, la enajenación, el dinero, el trabajo tanto intelectual como manual, a una dimensión existencial, pues, retomando la cita que estábamos haciendo: “De allí (Marx) sacará la conclusión de que todo trabajo es alienante”.[7] Este juicio lo emite Attali sin importarle que las novelas inconclusas hayan sido escritas en 1836 y la teoría de la alienación esbozada en 1844.

Sería interesante analizar por qué Attali si habla de que Marx es un hombre que merece respeto porque a lo largo de la obra suelta comentarios como el anterior que le restan seriedad a la obra. Pero vayamos a cuestiones más importantes ¿porque Attali nos habla de que Marx es un espíritu del mundo? Esto se debe a que en la obra hay una relación directa entre la expansión del capitalismo, los avances científicos, filosóficos, culturales, políticos, con la vida del biografiado. Esto es un signo positivo de la obra pues nos invita a pensar el desarrollo teórico de Marx bajo esa totalidad y más aún, como nos comenta Pelayo Pérez, en su reseña a este texto:

Este ‘paso atrás’ (que hace Attali) desde el presente hasta el siglo XIX, al girar sobre el núcleo biográfico de Marx, va reconstruyendo el “cuerpo” sociohistórico de un tiempo que se ha extendido hasta el final del siglo XX, convirtiéndose así pues en la ‘génesis’ de nuestro tiempo, en la geología estratificada sobre la que se asienta este nuevo siglo y de la que nos resultaría imposible decir una palabra cabal sin haber hecho este recorrido hasta el surgimiento mismo del capitalismo y de los estados-nación en y con los que surge.[8]

Dentro de esta ‘génesis de nuestro tiempo’ de la que habla Pelayo Pérez se encontraría como valor dominante la libertad, pues la síntesis o el sentido histórico que le confiere Attali a las tres grandes teorías científicas del siglo XIX (la termodinámica, la selección natural y la lucha de clases) marcarían el deseo de las sociedades modernas de: “Adaptarse a los desórdenes de la libertad: eso es lo que reúne a Carnot, Marx, Darwin”.[9]


¿Marx teórico de la globalización capitalista?.

Attali hace en la biografía una apología del capitalismo. Para Attali el proyecto teórico político de Marx estuvo desde un principio encaminado a buscar la universalización del capitalismo y la llegada al socialismo, una vez acontecido esto, a través de la democracia.[10] Attali nos lo recuerda en varios momentos del libro haciendo referencia en la biografía a que Marx nunca pensó que el socialismo se realizaría en un solo país y que la llegada del comunismo no estaba dentro de su agenda política. Lo interesante de esto es que Attali al poner a Marx como el gran teórico de la globalización capitalista lo que esta haciendo es buscar un sustento teórico para la visión que él tiene sobre el futuro. Esto es así porque Attali viene proponiendo que sólo hasta nuestra época la globalización total del capitalismo está siendo posible y se está encaminando, con los grandes bloques económicos como la Unión Europea, a la creación de un gobierno mundial que rija a la sociedad de acuerdo al libre cambio sin proteccionismos y en el cual ya no habría conflictos entre las naciones:

En el caso de un gobierno mundial, ya no serían las naciones las que se enfrentarían para obtener la mejor parte de la torta. Se trataría de hombres que, reunidos, reflexionarían sobre la forma de hallar lo mejor para el planeta. Pasaríamos, así, del multilateralismo a la soberanía planetaria. Actualmente estamos muy lejos de ello, pero ése es el salto cualitativo que hay que dar.[11]

Rasgos de esta meditación se encuentran también en la biografía cuando en las últimas páginas Attali reflexiona sobre el significado del marxismo en el siglo XX y nos dice que este sólo representó “un sustituto del capitalismo”[12] y no lo que para el sería la interpretación correcta y en la cual da su propuesta del devenir de la humanidad: “Cuando haya agotado de tal forma la mercantilización de las relaciones sociales y utilizando todos sus recursos, el capitalismo, si no destruyó a la humanidad también podría dar paso a un socialismo global”.[13] Por ello ante la trama que marcó al siglo XX y la cual habría previsto Spengler, de luchar por una sociedad explotada u organizada, que estaría representada por la URSS o la Alemania nazi, este devenir de la sociedad en el siglo XXI no se ve para el de una forma tan catastrófica: “La mundialización esta muy cerca de la visión de Marx… Todo esto no corresponde en absoluto al escenario de declive de Spengler. Marx era un enamorado del futuro y yo creo que hoy se puede amar el futuro porque el futuro no esta condenado al desastre”.[14]
Como podemos observar para Attali el capitalismo por si mismo nos llevará a un modo de producción mejor con lo cual niega sutilmente que este pueda ser superado por un acto revolucionario y es por ello que le confiere al desarrollo teórico de Marx como uno de los puntos medulares el que proponga un cambio por la vía democrática, veamos.

Marx ¿Demócrata?.

Dentro de la reconstrucción de la figura que Attali hace de Marx me llama la atención el hecho de que un pensador de la derecha le confiera a dicho personaje el gesto de haber sido un pensador político. La derecha le ha negado este status a Marx, para estos la figura de Marx se ha reducido comúnmente a la del economista o a la del filósofo. Por ejemplo, mientras que Norberto Bobbio niega que tanto en este como dentro del marxismo en general haya una teoría marxista de la política sólo porque en Marx hay una teoría negativa del Estado[15]; Samuel Huntington nos dice que “Lenin no fue discípulo de Marx; más bien, éste fue el precursor de aquél. Lenin convirtió al marxismo en una teoría política”.[16]

El problema con la lectura de Attali no es el pensar que Marx tenía como plataforma política el avance de la democracia, o que la veía como táctica política para que algunos países como Alemania se plantearan la toma del poder por esa vía. El problema es que Attali ve en Marx a un demócrata sin más. Esto sucede porque para aquel la democracia siempre esta dentro de los límites de una democracia liberal.

El Marx que en la década de 1840 critica a Hegel es un pensador que tiene como horizonte una democracia algo interesante. Para Francisco Fernández Buey en esta época Marx es parte de una corriente que va más allá del liberalismo sin llegar a ser ni socialista ni comunista, es decir, tanto Marx como varios de los que junto a él participan en la Gaceta Renana son: “demócratas radicales en tránsito hacia el ideal republicano”.[17] Creo que Fernández Buey acierta en decirnos que Marx fue un demócrata radical pero se equivoca al relacionar dicha democracia con el aspecto jacobino. Si bien Marx estudió con pasión la revolución francesa como en paradigma ineludible de la revolución lo hizo sin dejar de criticar su aspecto republicano que no diferencia su relación con el Estado.

En este sentido, si bien no comparto la idea de Maximillen Rubel de ver en Marx a un teórico del anarquismo, cabe señalar que su libro Marx sin mito[18], es un buen estudio que nos permite situar el sentido de una democracia radical en Marx a partir de la lectura de Spinoza. Pero también hay que tomar en cuenta que a partir de su primer exilio francés, Marx entra en contacto con una tradición política de dicho país que apunta a ver la democracia como la desaparición del Estado. Pero aquí tendremos que entrar en matices ya que como nos dice Miguel Abensour:

Para evitar cualquier simplificación abusiva y alertar al interprete, que Marx saluda a los franceses modernos por haber sabido discernir en el advenimiento de la ‘verdadera democracia’ la desaparición del Estado político únicamente en el sentido de una forma organizadora y de una esfera separada, lo que no significa en modo alguno la extinción o desaparición de lo político.[19]

Según Miguel Abensour cuando Marx retoma esta separación lo hace para reducir la estructura del estado únicamente a su función organizativa, con lo cual el momento democrático no se logra en dicha estructura sino que se mantiene por si mismo, pues el pueblo se constituye por si mismo sin necesidad de ningún contrato, vemos así una constitución jurídica y meta jurídica, que dota al pueblo de un triple estatuto, pues se le ve como principio, sujeto y fin; de este modo el pueblo se mantiene como tal no por una cuestión sociológica sino en tanto que se sostiene sobre su querer-ser político. De esta forma el sentido de la democracia representativa para Marx no se funda en la igualdad sino en la desigualdad que ha creado la sociedad civil, y en esta lucha por religar al pueblo es donde se encuentra un momento político del demos, por ello Marx apunta: “La clase de la sociedad civil no tiene como principio ni la necesidad, que es un elemento natural, ni la política. Se trata de una división de masas que van formándose de pasada y cuya formación es, en sí misma, arbitraria, y no el producto de una organización”.[20] Ahora bien como afirmó Rubel en su momento, Marx una vez vuelto comunista lejos de romper con esta idea de democracia la mantuvo.[21] En sus reflexiones sobre la Comuna de París, Marx anotará:

La comuna no fue una revolución contra una forma cualquiera de poder de Estado, legitimista, constitucional, republicano o imperial. Fue una revolución contra el Estado como tal, contra ese monstruoso aborto de la sociedad; fue la resurrección de la auténtica vida social del pueblo, realizada por el pueblo.[22]

Consideraciones finales.

Sin duda la biografía realizada por Attali es rica en cuanto a la cantidad de datos que aporta y la documentación que maneja pero con ella se hace efectivo uno de los peligros de los cuales Derrida ya nos había advertido:

¿Por qué insistir [nos dice Derrida] en la inminencia, en la urgencia y la inyucción, en todo lo que ellas no espera? Para intentar sustraer lo que vamos a decir de lo que amenaza –tenemos más de una señal de ello- con sucederle hoy día a la obra de Marx, es decir, también a su inyucción. Lo que amenaza con suceder es que se intente utilizar a Marx contra del marxismo a fin de neutralizar o ensordecer, en todo caso el imperativo político… Se estaría dispuesto a aceptar la vuelta de Marx o la vuelta a Marx, a condición de silenciar aquello que, en él, prescribe no sólo descifrar sino también actuar y convertir el desciframiento (de la interpretación) en una transformación que .[23]

Y digo que esto es lo que hace Attali pues en las entrevistas que concedió al aparecer el libro afirmaba: “si Marx ha de regresar es contra el marxismo”[24] y “cuando se lee a Marx uno se da cuenta de que no tiene nada que ver con el marxismo o con lo que se suele llamar así”[25]. Esta idea de Attali debe ser rebatida pues, desde mi punto de vista, cuando se habla del regreso de Marx y con él del regreso del marxismo. Se habla de algo que no se agota en la biografía de Marx sino de una tradición de pensamiento que tiene un desarrollo general que llega hasta nuestros días. Y que si bien tuvo aciertos y fracasos, no es como señala Attali un recorrido teórico-político de puras omisiones, detracciones, falsificaciones, mentiras, crímenes y el sustento de una nueva religión. Por otro lado, esta es una vuelta también del comunismo, como una variante dentro del marxismo, pero que quisiera señalar aquí específicamente porque Attali mantiene la misma homologación sencilla, burda y grosera que ya Francois Furet hizo hace algún tiempo entre comunismo y fascismo[26], pero la originalidad de Attali con respecto a aquel es que incluso el origen de estos dos sistemas pasará mágicamente también por Marx, hablando de Bismark, Attali afirma:

Este hombre va a representar un papel destacado en la historia de Europa; en particular, ejercerá una influencia decisiva en el destino de Marx y en aquello que, luego de Marx, contra Marx, se convertirá en el “marxismo”. Al construir el Estado prusiano, lo convertirá en el recurso de aquellos que pretenden oponer un socialismo nacionalista al socialismo internacionalista de Marx. La bifurcación que conducirá a las dos grandes perversiones del siglo siguiente pasará precisamente por él.[27]

La historia del siglo XX está cruzada por la lucha dentro de los proyectos fascistas y comunistas que a decir de Bolívar Echeverría, no representaron la misma finalidad ni siquiera en puntos que se han tratado de pasar por iguales como el concepto de “destrucción”, pues mientras en los primeros se le da un uso guiado por una noción de un “enemigo que existe como ‘el otro en uno mismo’ que debe ser extirpado y expulsado, o mejor aniquilado”, en los segundos, sobretodo dentro del movimiento bolchevique, el termino destrucción quiere decir “re-educación” y sólo excepcionalmente “aniquilación física”, aunque dicho autor no deje de apuntar que después con el estalinismo esta noción cambiaría a el último sentido[28].

Además de que como nos dice Aldo Agosti, una característica esencial que hecha por tierra cualquier intento de homologación entre el movimiento comunista y el fascismo es que el movimiento comunista siempre sostuvo y estimulo la emancipación social de las masas[29].

Si somos congruentes con lo anterior el regreso de Marx también significa el regreso del marxismo, pues no se puede simplemente leer a Marx sin tener en cuenta una larga lista de intelectuales y experiencias revolucionarias que trataron de destruir, transformar, la sociedad capitalista por otra más justa, no antagónica, es decir sin la explotación del hombre por el hombre y sobre la naturaleza.

Quisiera terminar estas reflexiones invitando a la lectura de la obra de Jacques Attali pues aparte de estimular el debate sobre lo que Marx y el marxismo deben significar hoy en día, es antes que nada, la biografía más completa que se nos haya entregado sobre Karl Marx. Pero quiero hacerlo sin dejar de apuntar lo que para mí debe entenderse por el regreso de Marx y del marxismo y para lo cual concluyo con una cita de Atilio Borón:

Retornar al marxismo… Se llega de regreso, es cierto, pero quien vuelve ya no es el mismo, así como tampoco es el mismo el sitio al cual se retorna. Porque la obra de Marx y la tradición que se remite en su nombre no flotan impávidas por encima de la historia. El marxismo, en suma, es una tradición viviente que reanima su fuego en la incesante dialéctica entre el pasado y el presente…[30]

De ahí que la reintroducción del marxismo en el debate filosófico-político contemporáneo –así como en la agenda de los grandes movimientos sociales y fuerzas políticas de nuestro tiempo- sea una de las tareas más urgentes y productivas de la hora.[31]



Bibliografía.

Abensour, Miguel. La democracia contra el Estado. Argentina: Colihue, 1998.

Agosti, Aldo. “Un balance de los comunismos”. En Elvira Concheiro, Máximo Modonesi y Horacio Crespo (coords.) El comunismo otras miradas desde América Latina. México: CIICH/UNAM, 2007.

Attali, Jacques. Kart Marx. El espíritu del mundo. Argentina: FCE, 2007.

Atilio Borón. “Estudio introducctorio. Actualidad del ¿Qué hacer?”. En Vladimir Ilich Lenin. ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro tiempo. Argentina: Ediciones Luxemburg, 2004.

---------------- “Teoría política marxista o teoría marxista de la política”. En Javier Amadeo, Atilio Borón y Sabrina González (Comps.). La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas. Argentina: CLACSO, 2006.

---------------- “Clase inaugural: Por el necesario (y demorado) retorno al marxismo”. En Atilio Borón, Javier Amadeo y Sabrina Gonzáles (Comps.) Op. Cit.

Derrida, Jacques. (Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional. Madrid: Trotta, 1995.

Echeverría, Bolivar. Vuelta de siglo. México: Era, 2006.

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Furet, Francois. El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX. México: FCE, 1995.

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http://www.iceta.org/ja120206.pdf

http://www.pdi.uib.es/premsa/julio05/dia-30/1150703.pdf

Kohan, Nestor. Con sangre en las venas. Apuntes polémicos sobre la revolución, los sueños, las pasiones y el marxismo desde América Latina. Colombia: Ocean Sur, 2007.

Pérez, Pelayo. “KARL MARX. El espíritu del Mundo. De Jacques Attali”. En http://www.revistadefilosofia.org/

Rubel, Maximillen. Marx sin mito. España: Octaedro, 2003.



[1] Jacques Derrida (Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva Internacional. Madrid: Trotta, 1995. P. 106): “Semejante reconstrucción sólo ha tenido sentido e interés, por lo menos para mí,como una radicalización, es decir, también en la tradición de cierto marxismo, con cierto espíritu de marxismo”.
[2] Armando Hart. Marx, Engels y la condición humana. Una visión desde Latinoamérica. Cuba: Ocean Press, 2005. P. 108.
[3] Nestor Kohan. Con sangre en las venas. Apuntes polémicos sobre la revolución, los sueños, las pasiones y el marxismo desde América Latina. Colombia: Ocean Sur, 2007. P. 2.
[4] Jacques Attali. Kart Marx. El espíritu del mundo. Argentina: FCE, 2007.
[5] Ibid. P. 180.
[6] Ibid. P. 183.
[7] Ibid. P. 37.
[8] Pelayo Pérez. “KARL MARX. El espíritu del Mundo. De Jacques Attali”. En http://www.revistadefilosofia.org/ consultada el día 24 de noviembre de 2008.
[9] Jacques Attali. Op. Cit. P. 334. Las cursivas son mías.
[10] En una entrevista que le hizo Cristina Frade el 30/07/05, este afirmaba: “El pensaba que la sociedad socialista llegaría no en lugar del capitalismo sino después de éste, no en un solo país sino a escala mundial, y su deseo era que llegara por la democracia”. En http://www.pdi.uib.es/premsa/julio05/dia-30/1150703.pdf consultada el día 10 de diciembre de 2008.
[11] En http://axxon.com.ar/not/145/c-1450011.htm consultada el día 10 de diciembre de 2008.
[12] Jacques Attali. Op. Cit. P. 396.
[13] Ibid. P. 413.
[14] http://www.iceta.org/ja120206.pdf consultada el 10 de diciembre del 2008.
[15] Véase Atilio Borón. “Teoría política marxista o teoría marxista de la política”. En Javier Amadeo, Atilio Borón y Sabrina González (Comps.). La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas. Argentina: CLACSO, 2006. P. 175-190.
[16] Véase Atilio Borón. “Estudio introducctorio. Actualidad del ¿Qué hacer?”. En Vladimir Ilich Lenin. ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro tiempo. Argentina: Ediciones Luxemburg, 2004. P. 70. Apud. Huntington, 1968: 336.
[17] Francisco Fernández Buey. Marx (sin ismos). 2ª, Ed. Barcelona: El viejo Topo, 1999.
[18] Maximillen Rubel. Marx sin mito. España: Octaedro, 2003.
[19] Miguel Abensour. La democracia contra el Estado. Argentina: Colihue, 1998.
[20] Ibid. P. 80. Apud. Critique du droit… P. 135.
[21] Maximillen Rubel. Op. Cit. P. 209.
[22] Idem. P. 115. Apud. (Ibid.).
[23] Derrida. Op. Cit. P. 45. Cuando Derrida habla de inyucción en su obra se refiere a algo que ha sido impuesto sobre otra cosa, en este caso la interpretación del capitalismo que ha sido impuesta no sólo como oficial, por la visión estalinista sino también a lo que otras corrientes se ha hecho pasar por marxismo. Es decir, Derrida nos esta hablando por inyucción de lo que han interpretado (o impuesto) distintas corrientes como marxismo.
[24] http://www.iceta.org/ja120226.pdf consultada el 10 de diciembre de 2008.
[25] http//www.pdi.uib.es/premsa/julio50/dia-30/1150703.pdf consultada el 10 de diciembre de 2008.
[26] Francois Furet. El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX. México: FCE, 1995.
[27] Jacques Attali. Op. Cit. P. 184.
[28] Bolivar Echeverría. Vuelta de siglo. México: Era, 2006. n. 17. P. 95-96.
[29] Aldo Agosti. “Un balance de los comunismos”. En Elvira Concheiro, Máximo Modonesi y Horacio Crespo (coords.) El comunismo otras miradas desde América Latina. México: CIICH/UNAM, 2007. P. 25.
[30] Atilio Borón. “Clase inaugural: Por el necesario (y demorado) retorno al marxismo”. En Atilio Borón, Javier Amadeo y Sabrina Gonzáles (Comps.) Op. Cit. P. 37.
[31] Ibid. P. 51.

miércoles, 11 de febrero de 2009


La siguiente sesión será el 9 de marzo, a partir de las 11:30, en el 5 piso de la Torre II de Humanidades, en Ciudad Universitaria. El texto a discutir es el de Francois Wheen, La historia de El capital.

El texto se encuentra a la mano de los interesados en varias librerias.
SE LE PUEDE CONSEGUIR FACILMENTE EN LA LIBRERIA DE LA FACULTAD DE ECONOMÍA, DE LA UNAM.

miércoles, 4 de febrero de 2009




La dinámica del seminario consistirá en la lectura y discusión de uno de los siguientes títulos por sesión. Para cada ocasión se dispondrá de uno o varios expositores principales que procurarán centrar los temas de discusión. El seminario se reunirá el segundo lunes de cada mes. La asistencia será abierta a estudiantes y académicos universitarios, así como al público en general. La actividad tendrá lugar en las instalaciones del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

Attali, Jacques. Karl Marx o el espíritu del mundo. Buenos Aires, FCE, 2007, 446 pp.
Wheen, Francois. La historia de El capital. Buenos Aires, Debate, 2007, 160 pp.
Bidet, Jaques. Refundación del marxismo. Explicación y reconstrucción de El Capital. Santiago, LOM, 2007, 482 pp.
Iñigo Carrera, Juan. Conocer el capital hoy. Usar críticamente El Capital. Buenos Aires, Imago mundi, 2007, 276 pp.
Heinrich, Michael. Crítica de la economía política. Una introducción a El Capital de Marx. Madrid, Editorial EM, 2008, 240 pp.
Lebowitz, Michael A. Más allá de El capital. La economía política de la clase obrera en Marx. Madrid, Akal, 2005, 272 pp.
Postone, Moishe. Marx Reloaded. Repensar la teoría crítica del capitalismo. Madrid, Traficantes de sueños, 2007, 204 pp.
Chakravarty, Dipesh. Al margen de Europa. Pensamiento poscolonial y diferencia histórica. Barcelona, Tusquets, 2008, 385 pp.
Foster, John Bellamy. La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza. Madrid, Viejo Topo, 2004, 450 pp.
Bensaïd, Daniel. Marx Intempestivo. Grandezas y miserias de una aventura crítica. Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2003, 539 pp.